La escultora de las víctimas

Doris Salcedo es quizá la artista colombiana viva más influyente de su país. Para ello basta mencionar la obra Fragmentos, donde la escultora fundió 37 toneladas de armas entregadas por las Farc, que convirtió en 1.300 placas con las que construyó en 2018 un nuevo suelo en el centro de Bogotá, al amparo del Museo Nacional de Colombia. Fue el símbolo del cese al fuego en su país y de un renacimiento social. Otro piso para caminar. "Nací en 1958 y vi violencia toda mi vida", dice la artista que usa materiales inertes en su obra para denunciar los horrores humanos. Como cuando instaló 1.550 sillas de madera apiladas entre dos edificios en el centro de Estambul para recordar "las fosas comunes de víctimas anónimas. Los efectos de la violencia en tiempos de guerra", dijo cuando participó de la 8va Bienal de la ciudad más poblada de Turquía. Sus obras han pisado museos como MAXXI en Roma, el Tate Modern (Londres, 2007), el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y casi todas las casas culturales del planeta. A los 63 años aún sueña con fundir todas las armas del mundo y crear un nuevo suelo sobre todo para las víctimas de la violencia. Uno de los últimos trabajos fue Vidas robadas, una exposición que retrata a los colombianos muertos en las protestas sociales de los últimos tres años. Un conteo de caídos en el caos social y que ella rescata del olvido. "Una vida es única e irrepetible", dice la mujer del pelo enfurecido como un ciprés cuya obra siempre rescata a los oprimidos.
En 2019 obtuvo el Nomura Art Award, premio de mayor dotación económica del mundo del arte contemporáneo que entrega un millón de dólares a su ganador. Parte del galardón lo destinó a continuar su serie Actos de duelo, en la que desde 1999 recopila a las víctimas de la violencia en su país.

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